PAULÍN SEIJAS, JOSÉ LUIS
Vivimos en un mundo salpicado de disculpas y tópicos para no cambiar nada, salvo, eso sí, que nos teledirijan desde los mandos a distancia del poder económico y político. Es muy difícil cambiar de motu propio, máxime en lo referente a hacer algo por los demás. Esta realidad es desoladora en el ámbito de la cooperación, pero más dura lo es en el apartado de la cooperación internacional. Frases como: me da miedo, no me fío, nunca llega nada, no tengo tiempo, yo no puedo aportar nada, hay crisis, yo no tengo la culpa, que lo resuelvan los políticos,..., son algunas de las que nos hunden aún más en nuestro cómodo sillón de la indiferencia cotidiana. Pero también otras como: tu si que tienes mérito, tengo una espinita con este tema, los ejércitos ya hacen las labores humanitarias, a mí me gustan los que llevan todo directamente,..., son las que tiñen con discreto optimismo el desconocimiento de este mundo.