ESCUDOS, JACINTA
Estos cuentos crean un universo propio donde todo está permitido: transformaciones, realidades paralelas, desdoblamientos, antropofagia, mutaciones. Los cuentos que conforman El Diablo sabe mi nombre son muy distintos entre sí, pero guardan dos cuestiones en común.
Por un lado, la transgresión, el deseo de traspasar una frontera, normalmente imposible. Son las fronteras entre el sexo masculino y el femenino, entre seres humanos y animales, entre la locura y la cordura, o entre la vida y la muerte. Por otro lado, lo onírico. De los 14 relatos, más de la mitad fueron sueños que la autora tuvo y que transformó en cuentos sin pretender hacer una lectura racional de los mismos, dejando hablar a la oscuridad, explorando aquellas zonas profundas que no comprendemos plenamente. Este carácter de fantásticos los une como libro.
A pesar de encontrar en este volumen un profundo disgusto por el ser humano que destruye su medio ambiente y, sobre todo, una notoria rebeldía contra los roles impuestos a hombres y mujeres, los cuentos plantean en la gran mayoría de casos, personajes que hacen algo para cambiar su suerte.