NOGUERA, MIGUEL
Definir lo que hace Miguel Noguera es tan imposible como inútil. Le ofrecemos unos consejos para saber por dónde coger este libro (en un sentido metafísico):
Acepte lo que le viene con la valentía y la estupidez de un lector trágico. Si sospecha que se están quedando con usted, disfrútelo. Siempre es bueno que alguien se acerque a jugar. Prepárese para pasar por todos los estados de ánimo y pensamiento, para sufrir, compadecer, identificarse y hacer catarsis. Entre sin miedo en este mundo roto de humor fino y chistes malos, de psicoanálisis extremo y costumbrismo desarraigado, de interrogación moral sin moraleja, de poesía primitiva y análisis lingüístico. Este mundo lleno de ideas que no se le habían ocurrido a nadie en más de tres mil años. Sepa que se va a reír tanto que le dolerá la barriga, pero será una risa nueva. Y un dolor que hacía tiempo no sentía. Por último, abandone toda esperanza de poder explicar lo que ha leído y, sobre todo, de poderlo olvidar.
5 años después de la la 1ª edición, y tras 15.000 ejemplares vendidos, «Ultraviolencia» sigue vigente. Más que nunca.
«Ha aparecido un genio entre nosotros, alguien que se ha inventado algo nuevo». Borja Cobeaga
Miguel Noguera y el Ultrashow
«Sí, soy Miguel Noguera. Nací en Gran Canaria en 1979. De los tres a los dieciocho años residí en Mallorca, luego me mudé a Barcelona para estudiar Bellas Artes y me quedé allí, vamos, que ahora vivo en Barcelona, ¿entendéis? No regresé a la isla, fijé mi residencia en Barcelona, y sigo en Barcelona, claro, porque decidí no volver a Mallorca...
Desde hace más de diez años llevo a cabo una especie de monólogo-conferencia llamado Ultrashow, en el que explico mis ideas durante una hora. Las explico una tras otra, sin importar demasiado el orden. En cada Ultrashow caben unas treinta ideas. Algunas se explican con una frase corta, otras requieren varios minutos y en otras me gusto más -Noguera se está gustando-, e introduzco coñitas adicionales de puro gozo, me hago el gracioso, sí, pero más o menos funciona. Cuando estoy fino pienso que lo que hago no está tan mal. Siempre recurro a las dichosas ideas, ya sea para un Ultrashow, un artículo, o este libro. Reviso mis libretas y escojo las que me apetece explicar. Siempre la misma jugada. Las ideas se me ocurren de repente, quiero decir, no me siento en una mesa con lápiz y papel y me pongo a pensar apretándome el entrecejo, no, no se dan escenas de estreñimiento. Capto más ideas si voy a la compra, veo Telecinco, espío en la cafetería o echo unas risas con los amigos... Así a uno se le ocurren muchas cosas. El truco está en localizarlas y apuntarlas, porque son tan superficiales que se olvidan enseguida, realmente son como sueñecitos estúpidos. Aun así, pienso que hay mucha belleza en la bobada desatada. No ensayo el Ultrashow en absoluto, sólo llevo apuntados los títulos de las ideas. Es muy agradable introducir un rasgo de conferencia, una divagación en el vacío, sin gags o estructuras narrativas preparadas. Es importante que el Ultrashow se diferencie del espectáculo ensayado. Eso sí, tengo que salir a escena muy fino, y muy alegre. Sobre todo tengo que permanecer en contacto con la ilusión que siento por comunicar las ideas, si no la energía me abandona y me desinflo como un pobre desgraciado.»